Lo Que No Pueda Ser Cubierto Por Amor No Puede Ser Cubierto Con Mantas

Muchas parejas piensan que una vez se casen desaparecerán sus problemas, sueñan que todo será "coser y cantar" y no habrá ni discusiones ni riñas. Una vez se casan aparecen los primeros conflictos y con ellos la desilusión y las dudas: "¿me habré equivocado de persona?", "¿irá mal mi matrimonio para siempre?"... Los conflictos son parte de la vida, y llegan por todos lados: finanzas, suegros, hijos, intimidad, trabajo, iglesia... Tener conflictos es normal, pero en nuestras manos está aprender a resolverlos bien y hacer que nuestro matrimonio se fortalezca. El apóstol Pablo nos dejó dos consejos básicos para resolver los conflictos en Efesios 4:26 - "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo".
Y es que el principal problema en el conflicto no es el otro, sino yo. La ira es un sentimiento lícito (el Señor Jesús se airó; Dios se aira) pero debemos dominar nuestra ira para que no nos lleve a pecar en nuestras acciones, palabras o pensamientos. Muchos proverbios nos exhortan a controlar la ira: "El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el de genio pronto, está lleno de necedad" Prov. 14:29; "El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al fin la sosiega" Prov. 29:11.
No es perjudicial controlar la ira, porque Dios lo ordena. Al contrario, nos va a ser muy beneficioso: "¿Has visto a un hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él" Prov. 29:20; "El hombre iracundo levanta contiendas, y el furioso peca muchas veces" Prov. 29:22. El segundo consejo de este pasaje es el de "...no se ponga el sol sobre vuestro enojo". Pablo escribe que los cristianos no debemos dejar pasar ni un solo día sin haber resuelto nuestros conflictos. Cada día debemos tratar los problemas que hayan podido surgir durante el día, y no debemos llevárnoslos al día siguiente.
Seguro que hay asuntos cotidianos que el amor puede cubrir, porque como dice 1 Pedro 4:8 el amor hacia mi cónyuge podrá perdonar pequeñas ofensas: "El amor cubrirá multitud de pecados". Pero hay asuntos que necesitan ser resueltos, cosas que si se dejan dentro pueden pudrirse y al poco tiempo olerán mal. Como escribe el consejero bíblico Jay Adams: Lo que no pueda ser cubierto por amor no puede ser cubierto con mantas. Eso de que "el tiempo lo cura todo" es falso. Todo se cura pidiendo y dando perdón de una forma clara. En Mateo 5:23-24 leemos: "Por tanto si estás presentando tu ofrenda sobre el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda".
Tal vez, si fuésemos obedientes a este pasaje, nuestras iglesias no estarían tan llenas el domingo por la mañana, pero nuestro culto sería más sincero. ¿Cómo puedo alabar a Dios y estar enojado con mi esposa? Nuestro tiempo de adoración es el mejor momento para examinarnos ante Dios, que todo lo ve, y decidir arreglar nuestros asuntos pendientes.
Nos dice el texto que el ofensor es quien toma la iniciativa, pero ¿ha de ser siempre así? Si me han ofendido ¿debo esperar a que el otro se me acerque pidiendo disculpas? No. No encontramos nada tan pasivo en la Palabra de Dios. Nos dice Mateo 18:15: "Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele a solas tú con él". De modo que siempre que haya un conflicto entre creyentes tanto el ofensor como el ofendido están obligados delante de Dios a tomar la iniciativa de acercarse al otro para solucionar el problema. No hay lugar a cruzarse de brazos y esperar.
Queridos amigos, ante los innumerables conflictos del día a día esforcémonos por no pecar; tomemos siempre la iniciativa de acercarnos a nuestra esposa o esposo en humildad, buscando la solución, no el ganar o tener razón; reconozcamos primero nuestra parte de culpa, y sobre todo aprendamos a pedir perdón y a obedecer el mandato de Dios de perdonar siempre.
"Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale". Lucas 17:3.
La Biblia y La Resolución de Conflictos - por David Barceló - (1999)